miércoles, 22 de julio de 2009

Cuando dudo de mi llamado

Para líderes juveniles en acción

Yo no sé a cuantos de ustedes le ha sobrevenido la pregunta ¿Será el ministerio juvenil mi llamado? He hablado con un sin número de lideres jóvenes que se sienten confundidos en su rol como líder juvenil. Pasan años trabajando en el ministerio, mientras sostienen una lucha interna de inseguridad e incertidumbre que no les permite desarrollar su liderazgo al máximo.
No te puedo negar que yo también he andado a ciegas en mi búsqueda por encontrar mi destino en el plan de Dios. Yo pensaba que había comenzado en el ministerio porque nadie hacia nada con el ministerio de jóvenes el cual yo pertenecía y no quería ir a una reunión de jóvenes aburrida y sin sentido. Por lo tanto, tomé la iniciativa, sin darme cuenta que los años pasaban y me involucraba más y más. Joven al fin, no veía que Dios había puesto en mi una compasión especial por la juventud y el don de liderar y servir; un llamado.
Muchos de nosotros nos sentimos incapaces de trabajar con la juventud y nos pasamos comparándonos con otros y auto derrotándonos. Esta duda viene cuando comenzamos a hacerle caso a todo lo que las personas dicen y no a lo que Dios piensa de nosotros, cuando medimos por cantidad y no calidad y cuando tomamos el síndrome de Marta (Lucas 10:40-41).

Unos años atrás fui con un grupo de jóvenes a esquiar en las montañas de Colorado. Nunca había esquiado, pero no pensaba quedarme como espectadora y pensé que era tremenda oportunidad para conectarme con los jóvenes. Para mi sorpresa ya los demás sabían esquiar y yo tenía que de alguna manera llegar a su nivel, aún cuando yo venía de las playas de Puerto Rico. Practiqué varias veces y mientras bajaba la montaña muchos se reían de mí y otros huían de mí. Al final del día me enteré que había una montaña que no había esquiado todavía, le llamaban el diamante negro. Los jóvenes me decían que tenía que experimentarla. Cuando vi a lo que me enfrentaba, mis piernas empezaron a temblar, mi corazón a palpitar sin control y mis ojos se abrieron como los ojos de un pescado congelado. Ya estaba allí y tenía que “zumbarme”. ¿Sabes algo? Descendí la montaña más peligrosa de ese lugar, pero arrastrándome sentadita. ¡Fue algo espectacular! Me tomó casi media hora pero lo logré. ¿Es así como tú quieres tomar el liderazgo de jóvenes, tratando de sobrevivir como líder o quieres ser un líder preparado y listo a tomar el don que Dios te dio con lo mejor de ti? Yo descendí la montaña sin estar lista, sólo porque quería impresionar y terminé burlándome de mi misma.

¿Cuál es tu motivo de ser líder juvenil? Cualquiera que sea la razón por la cual estás en el ministerio es tuya, y sólo tú la podrás evaluar ante Dios. Pero te quiero decir que si estás en el ministerio juvenil y te sientes con deseos de rendirte, haz un alto y analiza si has estado escuchando mentiras o verdades. Si te sientes que no estás realizando un buen trabajo, entonces busca las herramientas y recursos que te capacitarán para ser un líder de excelencia.

Evalúa si el ministerio de Dios es el lugar donde debes estar. Habla con tu Pastor o un líder sabio que te ayude a encontrar el camino a tu llamado. Hay ocasiones que el servir en un área específica es una temporada de nuestras vidas y el pasar la responsabilidad a otro puede ser beneficioso para todos. No podemos olvidar que descansar y delegar es una disciplina que muchos necesitamos dominar.

Tal vez estas desanimado porque no ves cómo la visión que Dios te dio se cumplirá. Sé paciente porque los cambios muchas veces no se ven rápido. En ocasiones nuestro rol es simplemente sembrar y otro cosechará. (1 Corintios 3:6). Sé fiel en lo que Dios a puesto delante de ti y Él hará su obra a perfección en la vida del joven.

Finalmente termino animándote a que reafirmes tu llamado y rol como siervo, leyendo la Palabra y pasando tiempo con Dios. De seguro Él te guiará a su voluntad (Isaías 40: 29-31). El ministerio juvenil es uno lleno de aventuras y es un proceso en el cual andamos lado a lado del joven que está convirtiéndose en el hombre y mujer que Dios destinó que fuese; esto no ocurre de una noche a otra. Cuando cuestiones tu llamado, recuerda que cuando Dios llama Él capacita y en nuestra debilidad Él se perfecciona. Sigue adelante porque esta generación necesita consistencia y un ejemplo transparente como el de Cristo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Deja tu comentario Gracias